martes, 22 de mayo de 2012
Un sentimiento que nos une...
Una canción para todos nosotros...
No importa el estilo de música... céntrese en la letra!
http://www.youtube.com/watch?v=kU6jUH3PNtA
domingo, 5 de febrero de 2012
Disfagia nerviosa y Miedo a Tragar -Fagofobia-...
Fagofobia: fobia a tragar
La razón que motiva el rechazo de la comida es el terror a ahogarse o asfixiarse cuando se tragan los alimentos, ya sean líquidos o sólidos. Suele surgir en niños -aunque también se han comprobado casos en mayores- tras un episodio de atragantamiento con la comida, una esofagitis o faringitis muy dolorosa, o tras una experiencia de disfagia (dificultad para tragar). También hay niños que sufren fobia a tragar y dejan de comer por miedo a vomitar y a sentir dolor, por lo general después de haber vomitado tras un empacho, una fuerte gastroenteritis e, incluso, debido al malestar provocado por las sesiones de quimioterapia, si éstas se han aplicado próximas a la hora de la comida.
Sobre la fobia a tragar no se han publicado ensayos terapéuticos controlados en la literatura científica, tan sólo informes de casos. No obstante, la prevalencia es baja si se tiene en cuenta los pocos casos descritos, por lo que se concluye que es un proceso pasajero que se resuelve en la mayoría de los casos en menos de seis meses. El médico, antes del diagnóstico de fagofobia, descartará que se trata de cualquier otra enfermedad que pueda provocar los mismos síntomas como disfagia (dolor o dificultad física para tragar), globus (sensación de nudo en la garganta), anorexia nerviosa, trastorno obsesivo-compulsivo (temor a atragantarse con objetos no comestibles, como un trozo de cristal) o trastornos afectivos.
Sin embargo, en los afectados, aunque el malestar desaparece, persiste la conducta alimentaria de evitar la comida por miedo de tomar los alimentos con una textura cambiada -líquidos, semilíquidos, cremas, purés o yogures, por lo que limitan de forma considerable la variedad de la dieta. En algunos casos esta conducta alimentaria tan restrictiva se puede confundir con el diagnóstico de anorexia nerviosa.
Tratamiento
Comenzar por servirle al afectado purés líquidos hasta llegar, de manera gradual, a un puré espeso y más tarde a alimentos sólidos.
Añadir a los purés algún tropiezo de carne, pescado o huevo, primero triturado, y luego en trozos pequeños.
Introducir en su dieta los alimentos sólidos a partir de alimentos blandos como huevo pasado por agua, pescado hervido, luego frito, verdura cocida, carne picada y, finalmente, carne fácil de masticar.
Este plan dietético irá acompañado de un plan conductual dirigido por el psicólogo, así como de un curso de educación nutricional elemental referida al contenido de nutrientes de los alimentos en una dieta adecuada a las necesidades individuales.
Los alimentos más resistidos
Aunque el término neofobia no discrimina el tipo de alimentos, un estudio inglés realizado entre 564 madres detectó que los niños no muestran rechazo a unos cuantos alimentos al azar, sino a un grupo estratégicamente elegido considerado por la especie humana como sospechoso. Las verduras crudas y amargas, las que más gusto a "yuyo" tienen, son las más difíciles de introducir en la dieta. El pescado es otro de los más odiados por los pequeños.
Los niños tienden a rechazar lo verde, es decir, las verduras, así como también las frutas, identificadas con el color rojo. Cuando esto sucede, los papás cometen el error de ofrecer a sus hijos aquellos alimentos que están seguros de que los chicos van a aceptar y entonces se cae en las carnes, la papa, los postrecitos, los lácteos, las patitas de pollo, las hamburguesas y las salchichas.
La neofobia parece tener una excepción: los alimentos dulces. Con seguridad, un alimento nuevo, pero dulce no presenta dificultad para ser incorporado. De hecho, éste es el motivo por el que la mayoría de los preparados infantiles contienen azúcar.
Recientemente, en un importante estudio con gemelos, llevado a cabo por el equipo de la Dra. Cooke, del Departamento de Epidemiología y Salud Pública del University College de Londres, halló que aproximadamente el 80% de la tendencia infantil a rechazar alimentos nuevos, se debe a causas genéticas.
Las influencias heredadas genéticamente explican el 78% del puntaje de variación de neofobia alimentaria, mientras que factores de influencia ambientales sumaron solamente un 22% de la variación.
La mayoría de los chicos comen una amplia variedad de alimentos hasta los 2 años, cuando repentinamente dejan de hacerlo. La etapa puede durar hasta los 4 ó 5 años. Según los investigadores, se trata de una respuesta de la evolución. Las papilas gustativas de los chicos se cierran cuando empiezan a caminar, lo que hace que controlen más lo que comen.
Dicho rechazo podría haber sido una ventaja evolutiva en la prevención de las especies y su exposición a alimentos potencialmente tóxicos, según mencionaron los investigadores en el American Journal of Clinical Nutrition.
A pesar de que la neofobia parece ser genética, los médicos coinciden en que los padres de chicos difíciles no deben rendirse y cocinarles nada más que pastas.
La razón que motiva el rechazo de la comida es el terror a ahogarse o asfixiarse cuando se tragan los alimentos, ya sean líquidos o sólidos. Suele surgir en niños -aunque también se han comprobado casos en mayores- tras un episodio de atragantamiento con la comida, una esofagitis o faringitis muy dolorosa, o tras una experiencia de disfagia (dificultad para tragar). También hay niños que sufren fobia a tragar y dejan de comer por miedo a vomitar y a sentir dolor, por lo general después de haber vomitado tras un empacho, una fuerte gastroenteritis e, incluso, debido al malestar provocado por las sesiones de quimioterapia, si éstas se han aplicado próximas a la hora de la comida.
Sobre la fobia a tragar no se han publicado ensayos terapéuticos controlados en la literatura científica, tan sólo informes de casos. No obstante, la prevalencia es baja si se tiene en cuenta los pocos casos descritos, por lo que se concluye que es un proceso pasajero que se resuelve en la mayoría de los casos en menos de seis meses. El médico, antes del diagnóstico de fagofobia, descartará que se trata de cualquier otra enfermedad que pueda provocar los mismos síntomas como disfagia (dolor o dificultad física para tragar), globus (sensación de nudo en la garganta), anorexia nerviosa, trastorno obsesivo-compulsivo (temor a atragantarse con objetos no comestibles, como un trozo de cristal) o trastornos afectivos.
Sin embargo, en los afectados, aunque el malestar desaparece, persiste la conducta alimentaria de evitar la comida por miedo de tomar los alimentos con una textura cambiada -líquidos, semilíquidos, cremas, purés o yogures, por lo que limitan de forma considerable la variedad de la dieta. En algunos casos esta conducta alimentaria tan restrictiva se puede confundir con el diagnóstico de anorexia nerviosa.
Tratamiento
Comenzar por servirle al afectado purés líquidos hasta llegar, de manera gradual, a un puré espeso y más tarde a alimentos sólidos.
Añadir a los purés algún tropiezo de carne, pescado o huevo, primero triturado, y luego en trozos pequeños.
Introducir en su dieta los alimentos sólidos a partir de alimentos blandos como huevo pasado por agua, pescado hervido, luego frito, verdura cocida, carne picada y, finalmente, carne fácil de masticar.
Este plan dietético irá acompañado de un plan conductual dirigido por el psicólogo, así como de un curso de educación nutricional elemental referida al contenido de nutrientes de los alimentos en una dieta adecuada a las necesidades individuales.
Los alimentos más resistidos
Aunque el término neofobia no discrimina el tipo de alimentos, un estudio inglés realizado entre 564 madres detectó que los niños no muestran rechazo a unos cuantos alimentos al azar, sino a un grupo estratégicamente elegido considerado por la especie humana como sospechoso. Las verduras crudas y amargas, las que más gusto a "yuyo" tienen, son las más difíciles de introducir en la dieta. El pescado es otro de los más odiados por los pequeños.
Los niños tienden a rechazar lo verde, es decir, las verduras, así como también las frutas, identificadas con el color rojo. Cuando esto sucede, los papás cometen el error de ofrecer a sus hijos aquellos alimentos que están seguros de que los chicos van a aceptar y entonces se cae en las carnes, la papa, los postrecitos, los lácteos, las patitas de pollo, las hamburguesas y las salchichas.
La neofobia parece tener una excepción: los alimentos dulces. Con seguridad, un alimento nuevo, pero dulce no presenta dificultad para ser incorporado. De hecho, éste es el motivo por el que la mayoría de los preparados infantiles contienen azúcar.
Recientemente, en un importante estudio con gemelos, llevado a cabo por el equipo de la Dra. Cooke, del Departamento de Epidemiología y Salud Pública del University College de Londres, halló que aproximadamente el 80% de la tendencia infantil a rechazar alimentos nuevos, se debe a causas genéticas.
Las influencias heredadas genéticamente explican el 78% del puntaje de variación de neofobia alimentaria, mientras que factores de influencia ambientales sumaron solamente un 22% de la variación.
La mayoría de los chicos comen una amplia variedad de alimentos hasta los 2 años, cuando repentinamente dejan de hacerlo. La etapa puede durar hasta los 4 ó 5 años. Según los investigadores, se trata de una respuesta de la evolución. Las papilas gustativas de los chicos se cierran cuando empiezan a caminar, lo que hace que controlen más lo que comen.
Dicho rechazo podría haber sido una ventaja evolutiva en la prevención de las especies y su exposición a alimentos potencialmente tóxicos, según mencionaron los investigadores en el American Journal of Clinical Nutrition.
A pesar de que la neofobia parece ser genética, los médicos coinciden en que los padres de chicos difíciles no deben rendirse y cocinarles nada más que pastas.
Continuamos en activo... aunque no hayan nuevas entradas ;)
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