Los ataques de pánico son trastornos de ansiedad muy dolorosos, que no entrañan ni peligro físico ni mental, y que tienen solución.
Quien sufre por primera vez un ataque de pánico no entiende lo que le está pasando y cree que es algo terrible, bien física o psicológicamente, surgiendo el pensamiento de que se va a morir o volverse loco o perder el control. Aparecen de manera repentina, incluso en un momento en el que parece que la persona se siente bien, por lo que la desorientan.También es frecuente que después de esa primera crisis quede el miedo a su repetición por lo extraño y doloroso del suceso.Es bastante general que en los primeros ataques de pánico se acuda a urgencias o al médico, asustado por esa vivencia y por el convencimiento de un ataque cardíaco o similar; pero, a pesar de que los profesionales de urgencias o el médico de cabecera diga que es ansiedad, la persona que sufrió la crisis no suele quedar convencida de ello y el miedo persiste, por lo que el estado sigue siendo de alerta, de desconfianza y de miedo.El temor a que se repitan aquellas sensaciones genera ansiedad y suele estar presente casi de forma constante, de manera que la persona se siente mal y suele asociar los ataques de pánico a los lugares o situaciones en que se produjeron las primeras veces, por lo que trata de evitar los mismos en la creencia errónea de que así evitará la ansiedad.
Es erróneo este pensamiento porque con esas conductas de evitación se refuerza el miedo y, por lo tanto, la ansiedad, ya que de ese modo llega a creer que es esa situación o lugar el causante del ataque de pánico y los considera peligrosos cuando no lo son.
Precisamente una de las maneras de quitar ese miedo es acudir a ese lugar por ejemplo y comprobar que nada pasa ni se repite la crisis. Sucede que a veces puede repetirse porque ya va con miedo a que se produzca (ansiedad anticipada).
Los síntomas son los característicos de la ansiedad: opresión en el pecho, palpitaciones, dolores musculares, en el brazo izquierdo, sensación de asfixia, de mareo o de atragantarse, sensaciones de extrañeza ante uno mismo o hacia el exterior, sudor, frío, calor, entre otros.
El consumo de drogas, como el hachis, puede ocasionar ataques de pánico.
La respiración diafragmática, la relajación, el ejercicio moderado y la distracción son técnicas que, como en todo tipo de ansiedad, ayudan a controlarla y ese control da seguridad, con lo que se acaba por perderle el miedo.
De todas formas, en bastantes casos es necesaria la ayuda de un profesional, psicólogo, psiquiatra o ambos coordinados. La terapia cognitiva suele dar muy buenos resultados.
Lucía
Un saludo para todos y todas!!
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