Todo el mundo sabe algo sobre el miedo y la mayoría de nosotros tenemos por lo menos una o dos fobias "leves", aunque no les pongamos ese nombre, ni las podamos comprender. Vivimos en un mundo competitivo, que fomenta el miedo y la inseguridad, una sociedad en la que nos vemos obligados a competir sin saber si seremos capaces de estar a la altura de lo que nosotros mismos nos hemos fijado o lo que han marcado otros.
Si tendremos trabajo, si podremos mantener a la familia, si nuestros hijos lograrán estudiar y situarse en la vida, etcétera. El estrés, los miedos, las fobias, los ataques de pánico, todo acompañado de un estado de ansiedad permanente que impide dormir pero también estar despierto es un problema social cada vez mayor en la actualidad, hasta el punto de que en estos momentos es, junto con las adicciones, el problema más frecuente de salud mental, seguido de cerca por la depresión. El número de personas afectadas oscila alrededor del 15% de la población, lo que significa que una de cada siete sufrirá algún episodio en algún momento de su vida. Este porcentaje es distinto para hombres y mujeres, ya que supone el 8% de los problemas de salud mental de los hombres y el 19.5% (una de cada cinco) en las mujeres. Estos trastornos son más frecuentes entre los 25 y los 44 años de edad.Los ansiolíticos, usados como terapia única, tienen poco valor y carecen de efectos duraderos.
Hay gran porcentaje de recaídas después de la interrupción de la medicación.La ansiedad coloca al cuerpo en situación de "alarma roja": hace aumentar el ritmo cardíaco y la presión sanguínea, acelera la respiración, aumenta la tensión muscular y la sudoración, y detiene los procesos digestivos. Todo esto es lo que nos permite luchar contra un enemigo, conducir con cuidado, agarrarnos fuerte si estamos ante un precipicio, pasar exámenes, hablar en público.... Pero es ante todo, una cuestión de medida. Si un cantante, por ejemplo no sintiese el estrés adecuado antes de subir a escena, su actuación carecería de fuerza, no sería todo lo buena que podría llegar a ser. Sin embargo, si la ansiedad fuera excesiva, el artista puede llegar a sentirse paralizado y no tener fuerza suficiente para salir al escenario o para articular una nota.
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